9 de junio de 2013

Libros con carta de recomendación

Resulta que tengo un pequeño problema con los libros que vienen a mí con carta de recomendación, como si el hecho de ser "recomendados" me alejara de ellos inconscientemente. Yo mismo, en algunas ocasiones, he llegado a recomendarme algunos (deberías leer este libro, me digo, y anoto el título en una lista que tengo por ahí), varias de esas recomendaciones aun siguen pendientes, esperando a ser atendidas, ya sea porque aun no he conseguido esos libros o porque, justo antes de empezar a leerlo, aparece frente a mí algún otro título, invitándome a leerlo a él en primer lugar.

Es por eso que, cuando algún amigo (o amiga)  me recomienda leer algún libro que él (o ella) considera recomendable, me veo a mí mismo en una difícil situación, y es que las recomendaciones no son lo mío (no es que me suceda muy seguido pero esas cosas pasan, y la posibilidad de que sucedan se mantiene siempre ahí).

Fue así como El Gran Gatsby fue varias veces mencionado por la Señorita Ave, haciendo que me interesara en él, y aun después de tanto tiempo, no me he aventurado a leerlo. Lo que sucede es que, una vez que el título ha pasado por el filtro de la "recomendación", mi subconsciente me anima a explorar otras obras antes de leer esa recomendación literaria... en este caso, el libro de Francis Scott Fitzgerald.

Qué curioso, ahora que ese título ha pasado por el filtro de "anécdota para el blog" empieza a parecer menos una "recomendación" y más un "creo que voy a leer ese libro".


Una "recomendación" que tardé bastante tiempo en atender fue A orillas del río Piedra me senté y lloré, de Paulo Coelho. En este caso, influyó un poco la opinión de aquellos puristas literarios que ponen a este autor en un puesto menos literario y más comercial... y como todos sabemos, lo comercial es del diablo (comillas no incluidas). Yo no tengo nada en contra ni a favor de este autor, así que, como les iba diciendo... antes de leer este libro, hablé por teléfono con la persona que me hizo la recomendación, por cuestiones ajenas al libro, aunque esas cuestiones orillaron nuestra conversación hacia él. Ella (porque en este caso, se trataba de una amiga) me dijo que el libro me haría comprender ciertas cosas desde otro punto de vista y me contó su propia experiencia al leerlo, y yo le prometí leerlo en cuanto terminara el libro que estaba leyendo en aquel entonces. Lo leí, y la verdad, no estuvo tan mal, una lectura ligera que después de todo, es una lectura (y eso ya es algo, supongo). Claro, tampoco puedo presumir de leer grandes obras de autores intelectuales ni novelas con argumentos demasiado complejos, pero creo que estuvo bien.



Pero este problema no es reciente, ya en mi infancia, las recomendaciones literarias me hacían errar de mi afición a la lectura. Desde los seis años (de hecho, creo que aun desde antes de entrar a la primaria), me sentía felíz leyendo los libros que encontraba en casa. Libros de primaria y secundaria que mis hermanos habían heredado al olvido, y que el olvido me heredó a mí. Las cajas llenas de libros que mi padrino me regalaba (si, a pesar de mi actual inclinación por la espiritualidad antes que la religión, hubo un tiempo en el que hasta fui bautizado bajo una ceremonia católica, y obviamente, tuve un padrino de bautizo y todas esas cosas, en fin, eso es material para otro post). Todos esos libros me contaban historias, me recitaban poemas (que tal vez no entendía, pero de todas formas, ahí estaban), con algunos de esos libros estudié temas de diversas materias (matemáticas, español, ciencias naturales) que mis maestros no me enseñarían hasta mucho tiempo después.

Y así, todo era miel sobre hojuelas... o... sobre letras (?), hasta que un día, un maestro (o maestra, no recuerdo) decidió que "debían poner más atención a mi desarrollo intelectual y a mi gusto por la lectura", habló con mis padres sobre cómo motivarme más en todas esas cosas, y les RECOMENDÓ (efecto de truenos y relámpagos)... un libro titulado: El Principito. Yo había leído sobre un Principito y un zorro en algún libro que había encontrado por ahí, pero no sabía si estábamos hablando del mismo chico, así que no dije nada.

Unos días después, yo entraba con mis padres a una librería. Era la primera vez que veía tantos libros nuevos en un solo lugar. Por lo general, mis libros eran viejos y estaban maltratados. Mi padre hablaba con la persona que atendía el lugar y yo... yo me entretenía viendo los dibujos de algunas portadas. Para cuando salimos de ese lugar, yo ya había tenido que elegir entre dos libros, el que me habían recomendado o el que recientemente había llamado mi atención, que ni siquiera era un libro. Y a mis 7 años, preferí un cómic de las tortugas ninja.

Actualmente, ni siquiera me gustan las tortugas ninja (creo que hasta las odio), y El Principito es uno de mis libros favoritos.


Pero como toda regla tiene su excepción, o al menos eso dicen los que saben, hay ocasiones en las que una recomendación cumple su propósito...

No recuerdo si fue a principios de este año o en las últimas semanas del anterior. Hablando con una amiga blogger sobre diversos temas (música, bares, Murakami, jazz, brujas y magos), ella mencionó que, según un libro que ella había leído: si un mago no estaba seguro de hacer algo, debía hacerlo, porque si se detenía a pensar demasiado antes de actuar, nunca haría nada (no recuerdo si lo dijo de esa manera, pero era algo así). La frase me gustó, y después de hablar por un rato sobre las extrañas costumbres de los magos, ella me recomendó a un autor (Terry Pratchett), cuyo nombre me pareció muy familiar en ese momento, y unos libros (la saga del Mundodisco). No entendía muy bien de qué se trataba pero acepté su recomendación, y ya que venía de ella, decidí que esta recomendación no sería tomada a la ligera, buscaría esos libros y le daría una oportunidad a ese tal Terry Pratchett y a ese mundo mágico que se desarrollaba sobre una tortuga y cuatro elefantes que cruzaban el espacio infinito. Supongo que su intuición le advirtió sobre mi relación con las recomendaciones, ya que unos minutos después ella me ahorró el trabajo y me envió un archivo en formato pdf con el título "Terry Pratchett - Mundodisco 17". Sorprendentemente, después de ese libro (que se titulaba Tiempos interesantes), Terry Pratchett se convirtió en uno de mis autores favoritos.

En broma le dije a aquella jovencita que estaba molesto con ella, ya que "por su culpa", ahora tendría que leer los casi 40 libros que conformaban la saga del Mundodisco, ella se disculpó diciéndome que cada libro era autoconclusivo y se podía leer por separado, y que no hacía falta leerlos todos, pero la verdad es que ese primer libro (el 17º de la saga) me dejó tan fascinado, que para mí será todo un placer leer todos los libros de Terry Pratchett.


Y estos han sido solo algunos ejemplos anecdóticos, los pocos que he podido recordar, y que confirman lo que he dicho desde el principio: las recomendaciones literarias no son lo mío (al menos no aquellas que me hacen de manera directa).


Supongo que esa corta distancia que hay de la recomendación a la lectura me parece muy poco excitante, yo prefiero el camino más largo: estar leyendo sobre algún tema cualquiera, toparme con el nombre de algún autor (o de algún otro tema), realizar conexiones temáticas que me lleven de un lugar a otro (sin saber hasta donde llegaré), e inesperadamente, encontrarme en ese sendero con el título de algún libro, que por su "naturaleza salvaje" me parezca más atractivo. Digo Naturaleza Salvaje porque nadie me lo recomendó, porque simplemente llegó a mi. Creo que la recomendación supone una especie de doma, y un libro domado no me sabe tan bien.


Como dato extra: Escribí este post hace ya varias semanas (en aquellos días en los que me había retirado de las redes sociales), y curiosamente, dos días después de haber dicho (en este post) que estaba interesado en leer el libro de F. Scott Fitzgerald, me entero de que se estrenaría (creo que ya se estrenó) una película sobre El Gran Gatsby. Hace un par de días empecé a ver que ya había publicaciones sobre esa película en las redes sociales que frecuento, así que pensé: antes de toparme con más spoilers (y antes de ver esa película) debo leer el libro. Por esa razón, empecé a leerlo esta semana, y debo decir que me ha gustado bastante (estoy a punto de terminarlo), aunque claro, ya hablaré de eso en otro post.

Por el momento eso es todo, damas y caballeros, nos leemos en el siguiente post.


Peace&Love


3 viajeros han dicho:

la MaLquEridA dijo...

A mi tampoco me gustan las recomendaciones, no confío mucho en ello jaja. Si recomiendan alguno es señal que no lo voy a leer por lo menos hasta que olvide que me lo recomendaron.

A Coelho no me dan ganas de leerlo, me da flojera infinita, algún día supongo le daré una oportunidad jojo.

El Gran Gatsby comencé a leerlo pero me aburrió, lo dejé a un lado y leí otros dos antes de volver a tratar de leerlo y lo volví a dejar, de plano no me atrapa.

Hace poco pedí a una amiga me enviara libros (los que ella quisiera) y de cuatro he leído dos muy buenos y otro que apenas empecé. ¡Ah! y el de Gatsby que es el mas malo de todos jaja.

Y ya.

Un gusto Mago

xhabyra dijo...

el del principito trae monitos???

digo,... por que para volverlo a leer tiene que ser con monitos.

X-D

xhaludos!

Luis Elbert dijo...

Malquerida: Jeje si, recuerdo que en una ocasión me comentaste algo parecido. No se si pueda llamarlo "aburrimiento", pero al principio, El Gran Gatsby tampoco me enganchó, lo único que pensaba mientras leía el libro era: ¡¿Y a qué hora aparece Gatsby?!xD

Xhabyra: Jajaja pues creo que hay ediciones con monitos y sin monitos. Yo lo leí con monitos... aunque de niño siempre me pareció muy raro cómo lo dibujaban, no se porqué.

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