10 de agosto de 2013

The king is dead, long live the king!


Uno de los primeros recuerdos que tengo de mi infancia es estar mirando un cielo nocturno con un par de estrellas salpicadas en él, mientras yo descansaba en los brazos de mi padre; ese cielo se quedó muy grabado en mi memoria y la sensación de tranquilidad y seguridad que sentía en aquellas noches creó un lazo muy fuerte entre mi padre y yo. Mi madre dice que en aquel tiempo, mi padre me cargaba en brazos por las noches, y podía pasar horas así, esperando a que yo me quedara dormido.


Eso fue hace poco más de veinte años. Hace unos días, el martes, a la 1:15 de la mañana, para ser exactos, yo regresaba del velorio de mi tío (el cuñado de mi madre), y como siempre, apenas entré a casa, le avisé a mi padre que ya había llegado para ver si necesitaba algo, al no haber respuesta, me acerqué a donde él dormía para despertarlo. Una vez más, no hubo respuesta. Me pasé del otro lado de la cama para que él me pudiera escuchar mejor, pero seguía sin despertar. En ese momento, el Mago me dijo que el momento del que tanto habíamos hablado (el mago y yo) por fin había llegado. Quise creer que no era así, que mi padre solo estaba profundamente dormido. Pero no ocurrió nada. Me quedé ahí, de pie, junto a él. Lo observé por un largo rato, quería que su imagen quedara grabada en mi mente, para no olvidarlo tan fácilmente. Y después me di cuenta de que una oscura y espesa soledad había empezado a cubrirme.

Salí a ver a mi sobrino, que había regresado conmigo a casa. Supongo que al verme supo lo que estaba pasando, yo solo lo vi y no le dije nada. Salí al patio, pensando en lo que debía hacer, mi madre y mis hermanos seguían en el velorio y con el celular sin saldo, no podía comunicarme con ninguno de ellos.

(Debo aclarar que cuando hablo de mis hermanos me refiero a mis hermanastros; pero cuando mi padre se casó con mi madre se responsabilizó de ellos como si fueran sus hijos, y eso hizo que ellos sintieran un gran cariño y respeto hacia él, a pesar de que él no era muy dado a dar muchas muestras de afecto)

Entonces me sentí solo. Pero era una soledad ajena a mi (y al mago), una soledad que he experimentado muy pocas veces y que no es tan confortante como la soledad a la que estoy acostumbrado. Siempre consideré que mi modo de relacionarme con los demás era similar al de mi padre, siempre apartándome del resto, creando una barrera alrededor de mí para no dejar que nadie (o casi nadie) me conociera por dentro; y aun así, había algo en su soledad que encajaba muy bien con la mía, como si al hacernos compañía nuestra soledad no disminuyera, y eso no activara un mecanismo de defensa al sentirnos invadidos. Podíamos estar solos estando juntos. Yo lograba entenderlo y él me entendía a mí. Pero en ese momento él ya no estaba "aquí", y eso me hacía sentir mucho más solo que antes.

Regresé a donde se encontraba el cuerpo de mi padre y lo abracé, me acerqué a su oído y le di las gracias por todo lo que él había hecho por mí, con las palabras que había guardado durante tanto tiempo para ese momento; al terminar le di un beso en la frente y no pude evitar sentir un nudo en la garganta y un ligero dolor en el pecho. Sé que él ya no se encontraba ahí, pero el mago y yo consideramos necesario hacer todo esto, para despedirnos de él, aunque sea de manera simbólica.

Recordé que uno de mis sobrinos se conectaba hasta muy altas horas de la noche en facebook y logré comunicarme con él, le dije que les avisara a sus padres y a sus tíos lo que había ocurrido, y salí nuevamente al patio, cerca de las plantas que mi padre había sembrado y me senté a esperar. Media hora después mis hermanos llegaban a casa con mi madre, y desde el patio pude escucharlos llorar por él; yo quise estar solo, por un rato más. Después entré y me dejé contagiar por la tristeza que mi madre sentía en ese momento.

Desde que yo era muy pequeño me preguntaba porqué no veía muchas muestras de afecto entre mis padres, como sucedía con otras parejas que yo veía (besos, abrazos, etc...), pero en aquel momento, al ver a mi madre llorar y recordar todo lo que mi padre había significado para ella, me di cuenta de que a pesar de que mi padre siempre se mostraba frío y distante, en el fondo, lo que lo unía a mi madre era algo mucho más fuerte que el amor. Mi madre cuidó de él hasta él último momento y mi padre la quiso, a su manera, pero con todo el amor que él podía sentir hacia otra persona.

Hace ya casi una semana que él no está aquí, pero no estoy triste, en serio. Si he llorado ha sido únicamente porque he visto llorar a mi madre y a mi abuela, y en ese sentido, siempre he sido demasiado sensible. Lo quise demasiado, y aunque muy pocas veces se lo dije, se que no hacía falta, él sabía lo que yo sentía, después de todo, fui su único hijo, y lo conocía tan bien como él me conocía a mí.

Hay muchas cosas que contar sobre él, pero ya habrá tiempo para eso, después. Por el momento, me quedo con un fragmento del último libro que leí en voz alta para él, un día antes de que él se fuera.


LA MUERTE

(Fragmento de El Profeta, de Gibran Kahlil)

Almitra, entonces, habló, diciendo: Os preguntaríamos ahora sobre la Muerte.

Y él respondió:

Desearíais saber el secreto de la muerte.

¿Pero cómo lo encontraréis a menos de buscarlo en el corazón de la vida?

El mochuelo, cuyos ojos atados a la noche son ciegos en el día, no puede descubrir el misterio de la luz.

Si, en verdad, queréis contemplar el espíritu de la muerte, abrid de par en par vuestro corazón en el cuerpo de la vida. Porque la vida y la muerte son una, así como el río y el mar son uno también.

En el arcano de vuestras esperanzas y deseos reposa vuestro conocimiento silencioso del más allá.

Y, como las semillas soñando bajo la nieve, vuestro corazón sueña con la primavera.

Confiad en los sueños, porque en ellos el camino a la eternidad está escondido.

Vuestro miedo a la muerte no es más que el temblor del pastor cuando está en pie ante el rey, cuya mano va a posarse sobre él como un honor.

¿No está, acaso, contento el pastor, bajo su miedo de llevar la marca del rey?

¿No lo hace eso, sin embargo, más conciente de su temblor?

Porque, ¿qué es morir sino erguirse desnudo?

Y, ¿qué es dejar de respirar, sino el liberar el aliento de sus inquietos vaivenes para que pueda elevarse y expandirse y, ya sin trabas, buscar a Dios?

Sólo cuando bebáis el río del silencio cantaréis de verdad. Y, cuando hayáis alcanzado la cima de la montaña es cuando comenzaréis a ascender.

Y, cuando la tierra reclame vuestros miembros, es cuando bailaréis de verdad.


Aquella noche, después de estar con mi madre y mis hermanos, yo quise estar a solas, y fui a casa de mi abuela, entonces el Mago aprovechó para decirme que era necesario que todo esto sucediera así, para poder dar paso a lo que estaba por venir, le dije que si, que ya lo sabía, pero igual lo iba a extrañar, y aunque él ya no estará aquí para ver lo que está por venir, se que se fue orgulloso de mí y contento de verme crecer hasta donde pudo. El Mago guardó silencio durante los siguientes tres días.



Nos leemos en el siguiente post, damas y caballeros. Peace&Love.

4 de agosto de 2013

Mr. Old Man



Fue por estas fechas, hace un par de años, el Mago aun no hacía acto de presencia y yo ni siquiera consideraba la idea de tener un alter ego como él. Un amigo mío me llamó y me dijo que, unos días antes, había cubierto los gastos para asistir a un congreso que se realizaría en la ciudad de Puebla, en donde habría conferencias y algunas otras cosas, pero en su trabajo le cancelaron el permiso que ya le habían dado (para faltar esa semana), y ya que no podía recuperar su dinero, me preguntó si yo quería ir en su lugar, a lo cual respondí que sí. No tenía muchas cosas que hacer y cualquier cambio de planes dentro de la aburrida agenda de pseudo-nini que llevaba por aquel entonces parecía interesante.

El viaje de Tehuacán a Puebla duró mucho más de lo esperado porque se estaban realizando algunos trabajos de reparación o algo así, pero la persona que me esperaba allá fue muy paciente y me esperó en la terminal de autobuses (hasta dos horas después de la hora señalada). Fuimos en su coche hasta su casa y, en el camino, me comentó que habían llegado más personas de las que esperaban y, por esa razón, su familia le daría hospedaje a un grupo de chicas que venían de la ciudad de México, y yo me quedaría en casa de su vecino, que vivía en la casa de en frente, le dije que no había problema, pero me pregunté si su vecino sería tan amable como él y si yo no sería una molestia para esta persona.

Después de cenar (una cena muy agradable, por cierto), me acompañaron a la casa del vecino, que era un hombre de ochenta y tantos, el cual me recibió amablemente y me invitó a pasar. Se respiraba un aire de solemnidad en aquel lugar. Me ofreció una taza de café y unas galletas (que, con el clima frío y lluvioso, me parecieron un detalle deliciosamente acertado). El hombre se limitaba a ir de aquí a allá sin hablar demasiado, y claro, yo tampoco hablaba (como siempre). Un silencio bastante incómodo que me hizo sentir un poco fuera de lugar: me hubiera quedado en casa, pensé. Después del café, subí al cuarto que aquella persona me señaló y acomodé mis cosas.

Al día siguiente, bajé a desayunar con él, pensando que un silencio incómodo no era tan malo, y al menos así no tendría que comprar mi desayuno en otro lado. Pero, en esta ocasión, él se mostró menos callado y empezó a preguntarme varias cosas (nombre, edad, estudias o trabajas, etc...), él me contó un poco acerca de su vida, y fue así como me enteré de que el pequeño chihuahua que andaba por ahí, siempre inquieto, era ya un anciano (en años de perro), que vivía con él desde que era un cachorro... y que el pobre se estaba quedando ciego (el señor no, el perrito). También me contó que la mujer que aparecía en los cuadros (que estaban por toda la casa) era su esposa, una mujer muy elegante que parecía ser una persona muy risueña, como si la felicidad fuera parte de su personalidad, ella había fallecido un par de años antes; pero al hablar de su difunta esposa él no parecía triste, tal vez un poco nostálgico, pero en su rostro se dibujaba una sonrisa mientras la recordaba, y a ratos, dejaba escapar algún suspiro que sugería que, aun después de tanto tiempo, él seguía muy enamorado de ella.

Después de esa conversación, cada vez que nos sentábamos a la mesa (ya sea para desayunar o cenar), terminábamos hablando sobre varios temas. Él me contó que tenía familiares en Tehuacán, que eran muy conocidos (y sí, si lo son, lo supe por los apellidos que son muy sonados por estos rumbos), pero hacía ya tanto tiempo que no hablaba con ellos. Yo le hablé sobre las ideas que tenía sobre la religión, la espiritualidad, las relaciones personales, y otros temas que surgieron quién sabe de dónde, él estuvo de acuerdo conmigo en varios puntos, y en algunos otros (muy pocos) simplemente se mostró tolerante. Me sorprendió un poco cuando, una mañana, al despedirme de él, me dijo que saldría a jugar tenis (por si regresaba antes y no lo encontraba en casa) y que en ocasiones se ponía a jugar futbol con los niños que vivían cerca de su casa; es una persona muy activa, pensé, ojalá yo pueda tener esa vitalidad cuando llegue a su edad. Aquel día compré mi comida en el comedor que habían "improvisado" dentro de las instalaciones en donde se realizaba el congreso, y me sentí un poco raro al no tener una conversación como las que había tenido con mi anfitrión en ocasiones anteriores, además de que nunca me ha gustado estar rodeado de muchas personas (y miren que el lugar estaba completamente lleno). El congreso era organizado por una sociedad cristiana, y aunque todos los asistentes parecían irradiar un aura de compañerismo, amistad, unión, y todas esas cosas, yo nunca me sentí parte del grupo, creo que nunca he logrado encajar correctamente dentro de un grupo, y mientras más grande es éste, más extraño me siento yo. En fin, escuché las conferencias sin hacer mucho caso a mi carácter poco sociable y me la pasé bien.

Al sentirse más en confianza, aquel hombre empezó a contarme muchas más anécdotas: sobre él, su esposa, sus hijos, sus amigos, etc... y hasta sacó la marimba que tenía guardada por ahí y tocó algunas canciones que interpretaba con sus amigos hacía ya varios años, cuando habían formado un trio, amigos a los cuales ya casi nunca veía.

El último día que estuve en aquel lugar, conversé nuevamente con aquel hombre (si no he mencionado su nombre es porque en realidad no lo recuerdo, ni siquiera recuerdo su rostro, pero su compañía y sus palabras me hicieron tanto bien en aquel tiempo que le estoy muy agradecido), en esta ocasión yo hablé muy poco, y sus palabras, menos triviales y más profundas parecían llegar en el momento preciso, meses después yo conocería al mago, y como mi alter ego, me recordaría algunos consejos que este hombre me dio antes de despedirme de él, aquel día: cosas sobre la vida, las relaciones con las demás personas, la espiritualidad, la introspección; incluso llegó a decirme que le parecía correcta la forma en que manejaba mi soledad, pero que no era apropiado para alguien como yo estar solo, y aun así, cuando llegara la persona indicada, yo sabría qué hacer. No supe que responder a todo esto y simplemente escuché con atención y le di las gracias por todos estos consejos.

Desayunamos algo ligero y, al terminar, su vecino tocó a la puerta y me dijo que ya estaba listo para llevarme nuevamente a la terminal, empaqué mis cosas y nos fuimos. El viaje de regreso transcurrió sin contratiempos. Al llegar a casa tuve la sensación de que todo esto había servido de algo, y que eventualmente esos consejos me ayudarían en algún momento.


Hoy me acordé de aquella persona mientras desayunaba, y aunque lo intenté, no pude recordar su nombre ni su rostro. Supongo que no hace falta, lo importante es que llegó en el momento preciso y en el lugar indicado. En donde quiera que esté, Gracias.

1 de agosto de 2013

Agosto...


Y se nos acabó el mes de Julio, con sus 31 días (y sus noches también); se nos fue despacito, aunque a veces parecía que iba rápido, pero el punto es que se nos fue. Y el mes de Agosto ya va desempacando y acomodando todas sus cosas a nuestro alrededor; le daría la bienvenida pero resulta que en la radio dijeron que el calor será muy intenso en este mes (canícula), y acá entre nos, nunca me ha gustado mucho el mes de Agosto, no se porqué, pero el nombre y el lugar que ocupa (el 8º) en el calendario nunca han provocado la suficiente simpatía en mí.

Aun así, Agosto ya está aquí: el mes en que llega el deshielo, dice la canción; aunque ese deshielo inició en Julio (pero esa es otra historia).

Pensaba hacer un recuento de todo lo que pasó en Julio, pero creo que me tomaría mucho tiempo y me alargaría demasiado, así que, para no aburrirlos (y para irme a dormir ya), aquí un pequeño resumen:

  • Mucho trabajo y poco tiempo libre.
  • Una nueva relación.
  • Libros: Aura (de Carlos Fuentes), Fahrenheit 451 (de Ray Bradbury), Rayuela (de Julio Cortázar), Los Simpson y la Filosofía (de varios autores) y Azazel (de Isaac Asimov).
  • Cumplí años.
  • Mi hermana cumplió años (el mismo día que yo).
  • Mi madre cumplió años (al día siguiente).
  • Llegué a un acuerdo (de tipo "laboral") con mi hermano, y si todo va bien, las cosas mejorarán por aquí (tanto para él como para mí).
  • Retomé un proyecto musical (con unos viejos amigos) que no parece ir tan mal.
  • Y otras cosas más que por el momento no recuerdo.
Así pues, se nos fue Julio, y Agosto ya está aquí... a ver qué tal nos va en este mes.


Se empezó a derretir la coraza y cayó...


Nos leemos en el siguiente post, damas y caballeros.

Peace&Love


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