2 de abril de 2014

Una de esas historias pocas veces contadas (Primera parte)

Antes de empezar con el post de hoy, creo que debo hacer una aclaración; y es que, desde un principio, planeamos que el post de los Jueves de Cómics fuera publicado quincenalmente, considerando la poca frecuencia con la que actualizamos el blog. Olvidé mencionar esto en el primer post de esa sección, tal vez porque pensé que nadie notaría ese detalle, pero ya que el Sr. Alexander Strauffon nos hizo la observación de que se nos pasó un Jueves de Cómics, decidimos aclararlo aquí. Fin Del Comunicado.




Ahora, para que no digan que este BLOG PERSONAL no es tan "personal", he decidido acceder al sistema de archivos en los que se almacenan mis viejos recuerdos, solo para venir a contarles un pequeño capítulo de mi vida, relacionado con una chica que fue capaz de provocarme serios conflictos emocionales durante un considerable periodo de tiempo (léase como: me rompió el corazón, ¡tres veces! e__e). Pensaba enviar mi historia a La Rosa de Guadalupe pero... mñehhh... creo que mejor la comparto con ustedes, aquí en el blog.

Nota: En realidad, el autor y administrador de este blog odia con toda su alma (pretenciosamente culta) los programas televisivos como la Rosa de Guadalupe y similares. Por si estaban con el pendiente.

Para no revelar la identidad de las personas mencionadas en esta historia hemos cambiado sus nombres.



Hace muchos años, cuando estudiaba la secundaria, trabajaba por las tardes en un ciber, y aunque me pagaban poco, tenía internet gratis todas las tardes y los fines de semana (en ese entonces, aun no tenía internet en casa, pues aun era algo de lo que se podía prescindir). Por aquellas fechas, existía una página web que funcionaba como red social de la ciudad de Tehuacán y sus alrededores; en esta página se podía personalizar un perfil, acceder a un chat público con conversaciones privadas, publicar contenido en los foros, y claro, conseguir muchos amigos para sentirse popular (al menos en la web). Entre todos los "amigos" que llegué a tener en aquella página, había una chica extraña, que se presentó como una encantadora bruja  (la llamaremos, simplemente, Keyla). Yo conversaba con ella cada vez que la encontraba conectada en el MSN, pero no era diferente a cualquiera de las otras chicas con las que conversaba casualmente, hasta el día en que se conectó y me dijo que yo le parecía un "chico interesante".

Cuando le pregunté porqué había dicho eso, ella respondió que había ido al ciber (el ciber en el que yo trabajaba) con unas amigas, y que me estaba observando en ese momento. Al leer eso me puse nervioso y me levanté para echar un vistazo, solo para darme cuenta de que el local estaba completamente lleno y que había varios grupos de chicas en varias computadoras. Intentando disimular mi nerviosismo volví a sentarme y le pregunté en dónde estaba exactamente. Después de darle muchas vueltas al asunto, me respondió que solo estaba bromeando, que sí había ido al ciber y me había estado observando, pero al final no tuvo el valor de acercarse. Una de sus amigas me había pagado, mientras ella salía del local con sus amigas.

Olvidamos todo ese asunto y, durante algún tiempo, todo siguió igual. Hasta una tarde en que ella se conectó y me pidió ayuda, ya que un chico (llamémosle... Julián), que vivía aquí, la andaba "acosando" para que aceptara salir con él (ella no vivía aquí, sino en otro lugar, también cercano a Tehuacán). Me dijo que me agregaría a una conversación para que le informara a Julián que ella y yo eramos novios. Lo hicimos de esa manera, y él terminó diciendo que solo estaba bromeando con eso de salir con ella, pero ella se lo había tomado muy en serio. Él prometió no molestarla más y la conversación terminó ahí (aunque él volvería a aparecer en esta historia una o dos veces más). Después de aquel día decidimos que tal vez eso de ser novios no era mala idea, así que, como si fuera cualquier cosa, nos hicimos novios.

Ella era una chica linda, simpática, adorablemente rara... y muy celosa. Salimos un par de veces y todo iba bien cuando estábamos juntos, pero apenas veía que no le respondía en el MSN (porque estaba ocupado atendiendo el local) se molestaba y me reclamaba diciendo que seguramente la engañaba con alguien más. En una ocasión, ella se desconectó, y 5 minutos después, una supuesta amiga suya me agregó para saludarme y decirme que yo le gustaba, y que si estaría dispuesto a salir con ella también; obviamente, eso era una "trampa", para ver si yo caía. Ella negó haberme puesto a prueba, pero parecía estar satisfecha por mi respuesta a las insinuaciones de su "amiga" (de la cual no volví a saber nunca más).

Estar con Keyla era ir constantemente de arriba a abajo, y viceversa. Un día era la novia perfecta que me consentía (a veces de manera exagerada), y al siguiente, podía dejarme de hablar o insultarme hasta hacerme caer en el mismo juego. En cierta ocasión, ella me reclamó, porque Julián (el chico mencionado unos párrafos antes) le había dicho que, en la escuela, yo hablaba mal de ella y que salía con varias chicas sin que ella se enterara. Ella creyó esas historias y dejó de hablarme por algunos días. Por aquel entonces, yo ya me había dado cuenta de que todas esas discusiones eran innecesarias y que tal vez era mejor terminar esa relación.

No terminamos con una discusión, no hubo reclamos ni peleas, simplemente fuimos perdiendo el interés y, un día, ella simplemente desapareció. Y ya que ambos vivíamos en lugares distintos y siempre nos veíamos en sitios que acordábamos previamente (casi siempre, en el centro de Tehuacán, que era como el punto medio entre ambos), nunca supe en donde vivía exactamente, y ella tampoco conocía mi dirección. Habíamos sido dos desconocidos que decidieron tener una relación un tanto extraña. Sin embargo, al poco tiempo de haber terminado, comencé a extrañarla y a preguntarme qué había pasado con ella.

Yo no sabía nada de ella, aunque Keyla también me extrañaba demasiado (esto lo supe después). Pero era tan orgullosa que prefirió "hacerme sufrir" antes que buscarme o , al menos, dar señales de vida para que yo pudiera saber que ella estaba bien.

Entre el momento de su desaparición y su inesperado regreso, conocí a otra chica (a ella la llamaremos Estela). Yo tenía 16 años y ella tenía unos 14 (según recuerdo), nos vimos un par de veces pero solo salimos como amigos. Conocí a la mamá de Estela en una ocasión en que ella enfermó; yo la estaba esperando en el lugar en donde nos habíamos visto antes, pero solo llegó su mamá para avisarme que su hija no podría llegar aquel día porque estaba un poco enferma. Días después, ella me contó que su mamá le había dicho que yo parecía un buen chico, y que haríamos una linda pareja. Cuando me di cuenta de que aun extrañaba a Keyla decidí que no era apropiado iniciar otra relación. Así que me fui a vivir con unos tíos durante unas dos semanas para distraerme un poco; durante dos semanas me la pasé practicando ejercicios de guitarra con mi primo, viendo tv y perdiendo el tiempo en otras cosas, para varias. Mi celular (que por aquellas fechas no era un artículo de primera necesidad, como ahora) lo había dejado olvidado en casa, y a mi regreso pude ver que Estela había enviado varios mensajes preguntándome en dónde me había metido. Para mí, ella era solo una amiga, pero creo que ella pensaba que éramos algo más. Incluso había un mensaje de su mamá, diciéndome que su hija estaba muy triste y que ojalá pudiera responder pronto a sus mensajes; el último mensaje fue el de su mamá y lo había enviado diez días antes. Quise responderle, pero después de pensarlo un rato decidí que era mejor dejarlo así. Siempre me sentí culpable por eso, pues Estela se había portado bastante bien conmigo, no éramos muy compatibles pero nos llevábamos muy bien; aún así, acepté que lo mejor era no volver a buscarla.

Durante algún tiempo, me pregunté cuándo saldría nuevamente con una chica. Veía a mi alrededor y ninguna me parecía lo suficientemente interesante como para provocar algo en mí. No es que yo fuera demasiado exigente, simplemente no podía sentir eso que quería volver a sentir. Sentía que era incapaz de relacionarme sentimentalmente con alguien más y eso me hacía sentir mal. Por aquellas fechas yo había empezado a interesarme aun más en la música y ya sabía tocar la guitarra. En la preparatoria, unos amigos de un amigo me convencieron de enseñarles a tocar también, y con algunos de ellos formé mi primera banda. Al enfocarme en la música pude mantenerme relativamente equilibrado y me olvidé por un tiempo de todo lo demás.

Sin embargo, después de terminar la preparatoria, volví a encontrarme con Keyla, o más bien, ella fue la que me encontró. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos, y teníamos tanto que contarnos...

Pero de eso hablaré en otro post.









Pensé que esta historia podría terminarse en una sola entrada, pero veo que al menos tendré que dividirla en tres partes. Así que, esperen la continuación de esta historia... mmm... el próximo martes.

Nos leemos en el futuro, damas y caballeros. Peace&Love

2 viajeros han dicho:

Ale C. dijo...

Esperare entonces al martes para ver que pasa XD

Saludos Mago ;)

Alexander Strauffon dijo...

El Ojo de Strauffon es como el Ojo de Sauron, en las internetzz.

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