23 de diciembre de 2013

Tres sueños




Una semana después de su partida soñé con él por primera vez. Lo extrañaba, es cierto, pero también es cierto que lo dejé ir desde el momento en que vi su cuerpo inerte y supe que él ya no estaba ahí. En el sueño, yo desconocía su muerte, y hablaba con él sin verlo, como en aquellas conversaciones cotidianas en las que solo hacía falta escuchar la voz del otro para sentirnos un poco menos solos. Yo le presumía los libros que había adquirido (en el sueño) y él me sugirió que acomodara los libros que ya tenía y que ya había leído, para hacer más espacio para mis nuevas adquisiciones. Escuchaba sus palabras atentamente mientras veía mis libros, y la oscuridad empezaba a hacerse presente; entonces cerré los ojos por un momento... cuando los abrí pude ver la luz de la vela que estaba junto a su foto. Eran las 4 de la mañana y yo había soñado con él.

No... él ya no estaba aquí, y ya no me escucharía leer mis libros; no le hablaría nunca más sobre Julio Cortázar, sobre Alejandra Pizarnik, sobre Terry Pratchett, ya no podría leerle Fahrenheit 451 (una semana antes le había leído el final, y esperaba poder leerle el libro completo), el único libro que compartimos juntos de principio a fin fue El Profeta, de Gibrán Jalil.

En la cama de al lado dormían mi madre y mi hermana, yo ya no pude dormir aquel día.

Varias noches después volví a conversar con él en un sueño, aunque no recuerdo de qué hablamos. Él estaba sentado en la orilla de la cama y me pidió que lo ayudara a ponerse de pie; al acercarme pude notar que había perdido la movilidad en la mitad de su cuerpo, su brazo descansaba sobre su pierna, y al verlo a la cara pude ver que la piel de la mitad del rostro le colgaba de una manera extraña y le impedía hablar claramente... solo lo abracé, él no podría mantenerse en pie. También recuerdo que en aquel sueño temblaba (al menos la mitad del cuerpo que aun podía mover), por el parkinson.

Desperté con esa imagen de mi padre en la cabeza. No quise hablar de esto con nadie (hasta ahora).

Estuve varios días pensando cómo había cambiado todo por aquí, reflexionaba sobre la ausencia de mi padre, llovía mucho y pensaba también en su cuerpo, enterrado bajo la tierra húmeda. En cierta ocasión, pensando en todo eso, una imagen apareció en mi mente, una imagen de la cual prefiero no hablar en este momento.

Por aquellos días (creo que ya había pasado un mes después de su muerte), soñé por última vez con él. En esta ocasión él me hablaba claramente, pero su cuerpo... su cuerpo estaba "tendido" sobre una mecedora, sus huesos ya no lo sostenían... no... de hecho, se había quedado sin huesos, y permanecía ahí, recostado, observándome mientras me hablaba; intenté levantarlo, lo tomé entre mis brazos (recordando que 24 años antes él me cargaba en brazos, y que antes de su muerte yo lo había cargado un par de veces para acomodarlo en la cama, en aquellas ocasiones en las que las fuerzas no le alcanzaban para hacerlo él mismo); hablé con él por un rato, aunque no puedo recordar nada de esa conversación, solo que estaba consciente de que él había muerto, y estaba contento, porque estaba ahí otra vez, conmigo. Desperté y me quedé pensando en cómo lo había visto; era como si, en mis sueños, él empezara a desvanecerse.

Sabía que no volvería a soñar con él, por alguna extraña razón lo sabía. Y acepté no volver a verlo, ni siquiera en sueños. Como dije en su momento, el Mago me preparó (unas semanas antes de su muerte) para decirle adiós cuando el momento llegara, y así fue.

Él fue un gran padre para mí, y también fue un maestro, y un amigo. Ahora que él se fue, yo me quedo con todo lo que me dejó. Y agradezco haberlo conocido, el tiempo que él estuvo aquí.

Uhmmm... estaba pensando que ésta será la primera navidad que pasemos sin él... pero, bueno, como no quiero ponerme nostálgico, mejor damos por finalizado este post. Nos leemos luego, damas y caballeros.


Peace&Love 

2 viajeros han dicho:

la MaLquEridA dijo...

Sino fuera porque es triste perder a un padre incluso porque acabas de perder al tuyo, este relato te ha quedado muy bueno.


Un abrazo fuerte Mago

Alexander Strauffon dijo...

Es un buen relato por el manejo que diste, pero sumamente riste, por supuesto.

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