Despertarse por la mañana. Escuchar la canción que suena en el reproductor de música. Incorporarse lentamente. Y, mientras bajo de la cama al mundo real, como astronauta descendiendo de su nave a un planeta extraño, pronuncio una fecha.
¿Una fecha?
Hago una pausa y me pregunto porqué mencioné esa fecha. Tal vez esa es la fecha de hoy, digo; pero una rápida consulta al calendario más cercano me demuestra que no es así.
Da igual. Seguramente estaba soñando algo y al despertar, la fecha se quedó adherida a la punta de la lengua, esperando a ser liberada, o algo así.
Dos horas más tarde, estando en el patio, me pongo a pensar sobre un par de cosas sin importancia, trivialidades que me ayudan a pasar el rato. Y una vez más, día/mes/año... bueno, el año no es mencionado, aunque llego a la conclusión de que el 2013 está implícito. Como sea. No tiene importancia.
Olvido todo el asunto. Escucho música mientras leo y hago algunas otras cosas.
Al mediodía, mientras me baño, una vez más, vuelve a pasar. La misma fecha. Olvido todo lo que estaba pensando en ese momento y me enfoco en ella. ¿Porqué tanta insistencia?. La analizo un poco más y no encuentro en ella ningún guiño profético, tampoco parece un mensaje del Mago (el cual sigue brillando por su ausencia). Es solo una fecha. Aunque... en el fondo (y después de tantas menciones), tal vez no sea "solo" una fecha.
Recuerdo al Adbekunkus de Cortazar, y pienso que esto es algo parecido. Mi propio Adbekunkus, en versión dd/mm/aaaa.
Tal vez estoy exagerando y le estoy dando mucha importancia. Seguramente ese día llegará y se irá, como todos los demás. O tal vez no. Nunca se sabe.
Y el mago que no regresa...