25 de Julio, mi cumpleaños, y como siempre, todo parecía normal, ninguna felicitación, ningun abrazo, en fin, el día inició y terminó como cualquier otro; al final del día tenía que ir a casa de mis abuelos para llevar a mi abuelo a su cuarto, entre mi tio y yo llevabamos a aquel hombre de ochenta y tantos años de su silla de ruedas a la cama, y mientras mi tio lo acaomodaba, observaba su cabello, un poco desarreglado, y recordé una conversación que había tenido con mi padre unos días antes:
-Él quiere que tu tio le corte el cabello, pero tu tio no se lo ha cortado..
-¿Y para que quiere que le corten el cabello?
-Dice que quiere morir con el cabello corto y bien arreglado, no quiere que lo vean en un ataúd con el cabello desarreglado.
-...
Si, me quedé sin palabras, mi abuelo hablaba sobre el día en que él iba a morir, ya antes habían muerto algunos hermanos de mi abuelo y mi abuela, pero, eso no me importaba tanto, yo no estaba tan encariñado con ellos, pero ¿mi abuelo?, y mientras observaba su cabello, miré sus ojos, y aunque se le notaba serio, quizá sintiendo algún tipo de malestar o dolor, sus ojos sonreían, había mucha vida en ellos, ¿porqué hablar de muerte cuando se tiene tanta vida?, debo aceptar que en ocasiones parecía perder todas sus fuerzas, pero siempre se recuperaba y volvía a sonreir, a hablar con esa paciencia que sólo él podía mostrar, esa paciencia de la cual yo aprendí muchas cosas, y quedó recostado, me despedí de él.
Al día siguiente salí de casa muy temprano para irme a ensayar, era lunes, y nos habían pedido que tocaramos en una fiesta de XV años para el siguiente viernes, después de unas horas el ensayo terminó y cada quien se fue a su casa, cuando me dirigía a casa y pase por la casa de mis abuelos mi tio esperaba en la puerta, y me llamó, me dijo que pasara a ver a mi abuelo, estaba enfermo; en ese momento no parecía tan grave, ya antes había enfermado, y siempre se recuperaba, sin embargo, ésta vez era diferente, al entrar a su cuarto tenía puesto un suero y apenas y le costaba respirar, me acerque y le dije al oido que ya habia llegado, en ese momento mi abuela comenzó a llorar y dijo que por la noche él había repetido mi nombre y el de mi tio varias veces, yo dormía en casa, y mi tio estaba en el trabajo; sali de ahi con la esperanza de que se recuperaría como siempre lo hacía, llegaron algunos familiares para acompañar a mi abuelo, y yo no tuve el valor de estar con él, y de repente llega mi madre y me dice que mi abuelo había muerto.. no dije nada, fui a verlo, y ahí estaba, pero una parte de él se había ido, no lo abracé, lo miré de lejos, sabía que él ya no estaba ahí, quise parecer mas fuerte que los demás, tratar de ver aquel momento de manera distinta a como lo veían ellos, pero fue inevitable, y comencé a llorar, mi padre y mi tio también estaban ahí, tan pacientes y serios como mi abuelo, y en ese momento decidi ser como ellos, secar mis lágrimas y mostrarme serio ante los demás. después de todo, mi abuelo siempre fue asi, serio y paciente.
Y así partió, en silencio, sin que el mundo lo supiera, pocos lo conocieron, pero para mi fue todo un modelo a seguir, tan noble, paciente, trabajador, humilde, todo un caballero; él le enseñó a mi padre todo lo que algún día mi padre me enseñaría a mi y por eso lo recordaré siempre. De alguna forma, siento que al partir, una porción de él se quedó conmigo.
Tuve que salir a dar una vuelta, con el pretexto de que tenía algunas cosas que hacer, y sin embargo sólo caminé, hasta que mi interior volviera a la normalidad, y asi fué, no lloré mas aquel día; y todo pasó tan rapido, al día siguiente yo me encontraba en aquel cementerio, viendo como un ataúd decendía, y mientras mi abuela lloraba yo intentaba guardarme las lagrimas para después, y en ese momento los mariachis comenzaron a tocar, es curioso como la música siempre maximiza mis emociones, no pude resistir y las lágrimas brotaron, todos me observaban, yo era el único nieto que aquel hombre tuvo, él unico por quien él sintió cariño, todo pasó tan rapido, era momento de ir a casa, todos volverían a sus casas, sin embargo en casa de mi abuela, todo sería distinto de ahora en adelante, mi madre y yo tuvimos que dormir ahí algunas noches.
Cuatro meses han pasado desde aquel 26 de Julio en que mi abuelo murió, y su recuerdo aún sigue dentro de mi, cómo olvidar al hombre que sin regaños ni sermones me enseñó tantas cosas, después de todo, llevo su sangre en mis venas, su paciencia es también parte de mi, y de algún modo, creo que algún día también partiré como lo hizo él, en silencio y sin causar un gran impacto allá afuera, y sin embargo, habrá unos pocos que me extrañarán y escribirán algo sobre mi, platicarán sobre lo que me gustaba hacer, contarán historias sobre los días que viví en ésta tierra, y se que algunos estarán agradecidos de haberme conocido, después de todo, cada uno de nosotros deja un legado en ésta tierra que algunos toman y del cual aprenden. Y será en ese momento, cuando cierre mis ojos en ésta tierra, que una parte de mi renacerá en otro lugar mejor, pues la muerte es solo eso, un corto lapso de transición, que pocos entienden y muchos temen.
¿Quien dijo que la vida termina cuando alguien allá arriba apaga la luz?¿Acaso no saben que ésta vida es como una semilla que florece mas allá del sol?Algún dia..
Descance en paz.