Empecé a leer el libro, como para relajarme un poco, después de haber trabajado todo el día y terminar cansado de tantos números y de tantas cosas. Encendí la lámpara a media luz y me senté en el sofá con la intención de leer un poco, solo por un rato.
Pero la historia me atrapó. Una historia sobre los muertos y sus memorias, que inevitablemente me llevó a evocar las memorias que yo tenía sobre mis propios muertos. El año pasado, mi hermano falleció, y esta semana, un pariente de mi mamá también. Y de pronto, la ansiedad. Intenté sacudir mis pensamientos y volver al libro.
Y entonces empezaron a sonar las campanas del panteón; si mi madre hubiera estado despierta, yo le habría dicho "ahí va otro", a lo que ella respondería "Dios mío, ¿Quién habrá sido esta vez?", pero mi madre estaba dormida, y yo, a media luz y con un libro en mis manos me pregunté a mí mismo "¿ahora quién fue?".
Terminé de leer el libro, y ya listo para ir a dormir, decidí escribir un poco, porque en noches como esta, a veces uno tiene ganas de sacar un poco de lo mucho que se guarda en el interior.